Cada año, una nube de polvo proveniente del desierto del Sahara recorre miles de kilómetros cruzando el océano Atlántico hasta llegar a América Central, el Caribe y, en ocasiones, al norte de Honduras. Este fenómeno natural, impulsado por los vientos alisios, transporta millones de toneladas de partículas finas que pueden afectar la calidad del aire y, en algunos casos, la salud de la población.
En mayo de 2025, el Centro de Investigaciones Atmosféricas, Oceanográficas y Sísmicas (Cenaos) informó sobre la llegada de polvo del Sahara al aire de Honduras. No obstante, las cantidades registradas no excedieron los 3 microgramos por metro cúbico, un nivel que, de acuerdo con los estudios, no supone un peligro para la salud de la población. Asimismo, se constató que la visibilidad en el área del mar Caribe no sufrió alteraciones considerables.
Aunque la presencia actual de polvo es leve, es importante destacar que este fenómeno puede influir en diversas dinámicas atmosféricas. Por ejemplo, su llegada puede reducir la probabilidad de lluvias al modificar la estructura de las nubes. Además, el polvo transporta nutrientes que pueden fertilizar suelos y ecosistemas marinos, contribuyendo a la biodiversidad de la región.
El seguimiento constante de este evento es crucial para prever probables cambios en su fuerza o rumbo. Si bien en esta ocasión no se han informado daños significativos, las autoridades siguen monitoreando para asegurar la protección y el bienestar de la gente.
Es esencial tener presente que, a pesar de que la polvareda del Sahara es un evento natural que sucede anualmente, las condiciones del clima pueden cambiar, y es crucial mantenerse al tanto y listos para cualquier eventualidad. La cooperación entre los organismos gubernamentales y la ciudadanía es fundamental para afrontar estos fenómenos de forma eficaz.