Entender la enfermedad por el virus del Nilo Occidental: un reto de salud pública en España
España se enfrenta a una crisis de salud pública sin precedentes provocada por el virus del Nilo Occidental, con siete fallecidos y 80 casos confirmados. Originaria de África, esta enfermedad es una enfermedad zoonótica que afecta a varios animales, incluidos caballos y aves, y puede ser leve o grave en humanos, provocando encefalitis e incluso la muerte.
La principal vía de transmisión del virus es a través de las picaduras de mosquitos, especialmente los del género Culex, que se encuentran en todo el mundo. Sin embargo, también puede transmitirse a través de transfusiones de sangre y trasplantes de órganos, lo que complica aún más la situación sanitaria. En áreas donde se ha detectado la propagación del virus, es crucial implementar medidas para prevenir la infección, como restricciones a las donaciones de sangre por parte de personas que han estado expuestas al virus por vivir o viajar a áreas afectadas. En casos más persistentes, se puede realizar un cribado para identificar y eliminar a los donantes contaminados.
Miguel Ángel Jiménez Clavero, del Centro de Investigaciones en Sanidad Animal (CISA), advierte de los elevados costes de estas medidas sanitarias. Actualmente no existe un tratamiento específico para esta enfermedad; El énfasis está en brindar atención de apoyo para aliviar los síntomas. Aunque las gammaglobulinas obtenidas de pacientes recuperados se han utilizado experimentalmente con resultados variables, no hay datos clínicos suficientes para respaldar su uso generalizado.
Esta enfermedad, hasta ahora desconocida en la región, ha mostrado un aumento significativo en su expansión e incidencia. Clavero destaca que, si bien hay indicios de que el virus pudo haber estado presente en España a finales de los años 60 o principios de los 70, el primer caso humano diagnosticado se registró en 2004. En 2007, el virus se identificó por primera vez aislado en laboratorio a partir de muestras de enfermos. Águilas reales en Toledo. El primer brote humano se produjo en 2010 en Cádiz y coincidió con brotes equinos en la zona.
La situación se volvió crítica en 2020 cuando una gran epidemia en Sevilla provocó 77 casos y 8 muertes. Desde entonces, se han reportado brotes anuales en varias provincias, especialmente en el suroeste, aunque la enfermedad se ha extendido a otras zonas del país.
Aunque existen vacunas aprobadas para proteger a los caballos, sólo se han desarrollado prototipos de vacunas para humanos. Algunos de ellos han mostrado resultados prometedores en ensayos clínicos en etapa inicial, pero ninguno ha avanzado a la Fase 3 debido a la complejidad y el alto costo de estos ensayos. Para que la vacuna llegue a esta fase se necesitan miles de voluntarios y una situación epidemiológica que permita recoger un número de casos estadísticamente significativo.
En resumen, el virus del Nilo Occidental supone un desafío cada vez mayor para la salud pública en España, que requiere urgentemente medidas preventivas y de tratamiento eficaces. Se necesita vigilancia e investigación continuas para abordar esta amenaza emergente.
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